Hace un mes llegó a mis manos La vida ordenada, segundo libro de relatos de Fabio Morábito. La edición era de Tusquets de su colección Andanzas que, según reza la descripción, se caracteriza por ofrecer títulos imprescindibles y gratificantes.
El libro se lee rápido. La prosa de Morábito es sencilla y precisa, sin imágenes ni escapes poéticos, algo que podría esperarse del que también escribe poesía. Las tramas no son complejas, pero distan de ser aburridas: visitas y reuniones familiares en las que se permite, por un momento, transgredir los límites de la solemnidad al ser develados secretos íntimos o al tomar decisiones trascendentes; en otras, las visitas son para redimir errores del pasado.
A pesar de su apariencia simplona, los relatos han sido muy bien pensados. Morábito se vale de dos cosas: detalles pequeños y distractores grandes. Los primeros los va dejando como moronas de pan y resultan reveladores al final de las historias. Los distractores, en cambio, se establecen casi desde el principio: una muerte, una habitación cerrada, un amor inconcluso, un sueño vívido, etc., y son utilizados para brindar una fina tensión.
En la contraportada del libro, puede leerse lo siguiente: “la mayor revelación del género de los últimos años”, afirmación del escritor José de la Colina. La vida ordenada es un libro hecho con la dedicación de artesano, pero no creo que se la gran aportación a la literatura hispánica. El libro tiene errores y visibles: vocabulario repetitivo –algo que se puede esperar de alguien que aprendió español hasta los quince años-, reiteración de narradores –hombres de mediana edad pasando por conflictos de pareja-, la misma fórmula de hilvanar la narración. Tampoco creo que el juicio sea acertado. Se nota que Morábito ha abrevado de otro gran escritor: Raymond Carver.
Considerado como uno de los grandes cuentistas del siglo XX, Carver se dedicó a salvar el honor y gloria de la cotidianidad. Su colección de personajes va desde parejas con problemas maritales y ciegos paternales a vendedores de vitaminas y Chejov. Minimalista, el norteamericano aboga por la cruda realidad en que se desenvuelve el hombre común, contando su día a día, los imperceptibles triunfos y grises fracasos. Los paralelismos que tiene La vida ordenada con la obra de Carver son evidentes.
Aunque no es original, el libro de Morábito se construye con un aliento moderado y ofrece historias simétricas donde nada es gratuito.
Recomendaciones:
La vida ordenada de Fabio Morábito. Tusquets, Colección Andanzas.
Catedral y Tres rosas amarillas de Raymond Carver. Anagrama
La vida ordenada de Fabio Morábito. Tusquets, Colección Andanzas.
Catedral y Tres rosas amarillas de Raymond Carver. Anagrama